Una semana para empezar la escolaridad y el Gobierno sin marcar las directrices del próximo curso, y los padres no ven ninguna seguridad para enviar a sus hijos al colegio
Oímos a los políticos citar constantemente la palabra democracia, y debemos preguntarnos: ¿se da en verdad en nuestra sociedad este tipo de organización política?
Existen, hoy día, muchas herramientas de control de la sociedad, que la izquierda sabe utilizar con gran maestría sobre cualquier país. Hay que ver la utilidad que saca, por ejemplo, de Google y Facebook, con sus marcas WhatsApp, Instagram, Android, etc. Con los actuales medios de comunicación hay muchas maneras de llegar a dominar los intereses de un grupo a través de someter la tecnología digital.
Es innumerable la cantidad de veces que el Gobierno ha salido, durante estos meses, por los medios de publicidad, para hablar de la situación sanitaria por la que estamos pasando, y hacer olvidar la ruina económica a la que caminamos vertiginosamente. Ahora bien, ¿esto supone una comunicación al pueblo de cómo está marchando el tratamiento de la pandemia, que estamos sufriendo con tantas limitaciones de los derechos fundamentales?
El siglo XXI se inicia con la experiencia del fracaso de los sistemas comunistas y de los populismos. Pero las experiencias, que se han dado, no han sido baldías, han abierto el camino para un nuevo proyecto de dominación del mundo: el de la globalización, desde donde, con un total dominio de la economía, se pretende dirigir la marcha de los pueblos y subyugar íntegramente a las personas.
Como viene demostrando en sus muchas intervenciones, con una fraseología habitualmente hueca en sus soflamas, desde que decidió reconocer la crisis del coronavirus, es claro que Pedro Sánchez no es el dirigente para resolver la problemática de esta pandemia. Aparece hablando en demasiadas ocasiones para no decir nada, sólo con el objeto embaucar al pueblo sencillo.
Si nos paramos a observar el complejo Gobierno que ha montado Pedro Sánchez, quien hasta ahora no ha hecho nada más que sacar el cadáver de Franco del Valle de Cuelgamuros, y dar una alarma, tarde e insuficiente, por la pandemia del coronavirus.
Ante esta viñeta de Quino he reflexionado: cómo nuestra cultura occidental está girando hacia campos desconocidos, que no responden ya a los Derechos Humanos, adoptados en la tercera Asamblea General de las Naciones Unidas de 10 de diciembre de 1948.
Toda esta sucesión de yerros ha traído una censura de la Comunidad Europea al Gobierno Español, que ha de tener alguna forma de sanción para España, además de quedar con plena sospecha de que se trata de un Gobierno no fiable.
¡Cómo no acordarse de la actual ministra de Educación, con su ceño adusto y huraño, cuando la hemos vista con tanta frecuencia como portavoz del Gobierno socialista anterior! No es fácil olvidar el gesto despectivo para con la sociedad, y la afirmación dogmática en sus advertencias y comunicados.
Parece que Pedro Sánchez se ha alineado con las oscuras maniobras de la lóbrega izquierda, al comprometerse con el problema de la embajada en Bolivia. ¿A qué, y con que autoridad ha ido el 27 de diciembre la embajada española en la Paz a la mejicana con unos GEOS encapuchados, armados, y con identidades falseadas? El hecho no tiene buen cariz.
Hacía cuarenta años que nos habíamos olvidado de la era franquista. Los que vivimos en ella, y yo con cinco años estuve dentro del Cinturón de Hierro de Bilbao, ciertamente, no queríamos aquella situación, pero la convivencia social y la economía iban creciendo, llegando a gran nivel de paz y tranquilidad. Habíamos pensado ya superadas las diferencias que habían surgido del desastre de la II República y con motivo de la guerra.
Claro que los hechos no implican como son, sino como los agranden o mengüen los que tienen el dominio de la publicidad. Y no se sabe por qué ley, se cargan de una negra tonalidad los casos de la derecha, mientras se blanquean los de la izquierda como si no tuvieran importancia, y se olvidan. Esta norma se advierte si comparamos lo que sucede con la corrupción de los partidos de la derecha y de los partidos de la izquierda.
¿Cuál es el motivo de tan rápido arreglo de un Gobierno, sin atenerse a las normas que se consideran prioritarias, y a las que hace referencia Felipe González, cuando afirma «que no admitirá un pacto en el que se repartan los cargos antes de negociar un programa»?
Es hora de preguntarnos: si con el Gobierno de Pedro Sánchez está en crisis la democracia en nuestro país. Me lleva a esta reflexión, la forma como se expresó el presidente en funciones, cuando sin ningún escrúpulo dijo: que con exhumar y echar a Franco del Valle de los Caídos inauguraba la democracia en España, es decir, que pretende imponer en el siglo XXI su democracia, corrigiendo la que se acordó en el 78 al firmar la Constitución.
Es difícil contentar a todos, pero parece que es fácil no agradar a nadie, es lo que ha pasado con la sentencia del juicio del 1-O. Todo el mundo reconoció la moderación y acierto con que se llevó la marcha del proceso, por lo que la sociedad española esperaba una sentencia ejemplar, que respondiera a la gravedad del intento de desgajamiento de una fracción del territorio nacional.
Se ha introducido en nuestro vocabulario político la idea de progresismo, que Armando de Miguel califica de «radicalmente injusto, inicuo por mucho que se disfrace de altruista o solidario». La palabra en si es inocente, deriva del latín «procedere», que significa «ir delante de alguno, adelantarse, avanzar», por tanto, no es una simple marcha hacia delante, sino de preceder a los demás.
Con la satrapía de la que se ha hecho titular, y esta forma de disfrutar de los privilegios, y según parece sin ninguna obligación, es fácil que busque todos los subterfugios para ampliar el tiempo. Esto me recuerda, cómo en cierta ocasión, que estaban peatonizando la plaza en la que yo vivía,
La gran prisa que se dio para llegar a la Moncloa, sirviéndose de todos los medios legales y siniestros, después de las últimas elecciones, asegurada la residencia de la Moncloa, se ve que ya no hay tanta urgencia, pues si es preciso se paraliza el Estado durante un año largo. Lo único que se ha decidido fueron unos decretos leyes con urgencia en los momentos previos a las elecciones, como propaganda ante la proximidad de las urnas.
Merece la pena hacer una reflexión sobre las dificultades y objeciones al desarrollo de la ciencia que hace referencia Roger Bacón, y que coinciden con las dificultades en la evolución de nuestra política, donde la ignorancia y el populismo lastran la evolución de la sociedad.
Solamente se vio alguna solución cuando autoritariamente se impuso el artículo 155 de la Constitución, a pesar de las limitaciones que tuvo su implantación. ¿No será que hay que cambiar de método y que el Estado disponga de una autoridad con prestigio, y sepa cómo dirigir a la sociedad?
Terminado el tiempo de las elecciones, y antes de llegar a definirse la ocupación de los cargos, se puede hacer alguna reflexión sobre la función que los partidos van a jugar en la sociedad que se nos promete.
El próximo treinta de mayo va a ser el centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, desde el monumento del Cerro de los Ángeles, que se construyó con la aportación de miles de españoles que colaboraron con su ayuda económica. Monumento erigido en Getafe, precisamente en el lugar que se consideró el mismo centro de España, y que despertó grandes odios en los momentos de la II República.
En estos tiempos en los que tantos se dedican a la política y que tan disconforme está el pueblo con su actuación, vamos a hacer referencia a un libro de Jerónimo Castillo de Bobadilla: «Política para Corregidores», escrito en 1597.
Si nos encontramos hoy día con una pléyade de políticos medianos, no es por la falta de posibles buenos y competentes, sino porque tienen cerradas las vías para dedicarse a tan encomiable oficio. Mientras tengamos los actuales métodos de selección con primarias, no se puede pensar en buenos políticos.
En estos días de tanto movimiento feminista, vamos a recordar una manifestación de libertad de las mujeres que tuvo mucha importancia en toda Europa, y cuyo nombre de Beguinas que se les dio probablemente provenía del color beige de la lana burda que utilizaban como vestido.
Vivimos en una sociedad arrogante, que se ha creído que puede fabricar ciudadanos a su voluntad. Estamos llegando a un punto en el que, o volvemos a considerar a los individuos como les ha creado la naturaleza, o caminamos a un futuro, en el que, como dice Huxley en `Un Mundo Feliz`, se nos va a dar todo hecho por «lo políticamente correcto», y vamos a ser robots de la programación de unos políticos.
¿Es porque esta ideología defiende los derechos humanos? ¿Es porque responde a la estructura natural de la sociedad? ¿Es porque promueve un progreso de la sociedad? No. Nada de todo ello suscita esta política feminista.
Se advierten reacciones de intelectuales europeos, frente a tantos movimientos de izquierda que, con el bagaje de una terrible y lamentable historia de crímenes del comunismo, luchan para que otras culturas arraiguen en las naciones de la Unión Europea, arrinconando y aun aplastando a la civilización que a través de tantos siglos se ha creado en este suelo.
Es Difícil entender el galimatías que están armando PP y Cs, para organizar un gobierno para Andalucía. Los andaluces han dejado muy claro una cosa, que quieren un cambio de gobierno, porque se han dado cuenta, después de treinta y cuatro años, que han quedado en una situación lamentable con el gobierno del PSOE, y que con este partido no van a avanzar nada, por lo que han decidido cambiar.
Se ha acogido con gran alegría por los españoles, que luchan por una vida digna, el resultado de las elecciones de la Autonomía andaluza, porque abre la posibilidad de una renovación para Andalucía, y lo que puede ser más importante, para la regeneración la política española.
En la vida política, desde antiguo, hay una manía a calificar todas las tendencias políticas de izquierdas o de derechas, pero para muchas personas las cosas no son tan claras, sino que estos términos son tan ambiguos, que el ciudadano normal no conoce el contenido de cada partido, por lo que vota más por sentimientos, que por el conocimiento de programas e ideologías.
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